viernes, 27 de diciembre de 2013

Leones de Allah: Imam Mansur Ushurma

Bismillahi Rahmani Rahim

El Sheykh al-Mansur Ushurma ("El Elevado") (1732–1794) fue un líder checheno que encabezó la resistencia contra la expansión imperialista de Catalina la Grande en el Cáucaso durante el fin del siglo XVIII. Es considerado un héroe nacional del pueblo checheno.

Juventud

Nació en el aul (especie de villa fortificada, que se encuentra a menudo en las montañas del Cáucaso, especialmente en Daguestán) de Aldi, cerca del río Sunzha bajo el teyp Elstanzhkoj y fue llamado Ushurma. No obstante sería conocido como Sheykh Mansur.

Otra versión, más controvertida, originada tras el hallazgo en 1876 de unas cartas por un profesor de Turín, Italia, en las que supuestamente Mansur se dirige al padre del profesor. En ellas, el jeque revela que en realidad era un italiano de nombre Giovanni Battista Boetti, nacido en Camino (Monferrato, Piamonte) el 2 de enero de 1743. A principios de la década de 1770, Boetti entró en la orden dominica y fue enviado como misionero a Mosul, donde sus amoríos con la hija de un pachá local causaron un escándalo. Los últimos rastros de Boetti se remontan a 1780, año en el que desaparece. Las cartas explican que Boetti se convirtió al Islam, viajó al Cáucaso, y (bajo el nombre de Mansur) se convirtió en el líder de la lucha de esa región por la independencia contra el Imperio ruso. Las "Cartas de Boetti" han sido objeto de controversia desde su descubrimiento, afirmando algunos investigadores que se trata de una broma del siglo XVIII o una falsificación del siglo XIX.

Líder checheno

En 1784, el Sheykh Mansur, ahora Imam, estaba disgustado con el acercamiento ruso al Cáucaso Norte. Proclamó una Ghazawat (yihad) contra los rusos en el norte. Tras recibir instrucción en Daguestán en la orden Naqshbandi de sufismo, regresó a Chechenia. Ordenó a los chechenos que abandonaran muchas de sus antiguas prácticas paganas, en referencia al culto a los muertos, que dejaran de fumar tabaco, y reemplazaran las leyes de costumbre (adat) por la Shari’at, la ley islámica, con la intención de conseguir una unidad musulmana. Esto no era tarea fácil en una tierra en la que la gente vivía según sus viejas tradiciones, costumbres y rituales. La tradición islámica en Chechenia, especialmente en las montañas, no era tan fuerte como lo era en Daguestán. De todos modos, la guerra santa que declaró se hacía ya desde esta unión islámica.

En 1785 Mansur y sus partidarios destruyeron a las fuerzas rusas en la batalla del río Sunzha. Los documentos históricos muestran que el coronel ruso Pieri y 600 hombres murieron en esta batalla. El Sheykh Mansur reunió a los combatientes de la resistencia desde Daguestán a Kabardia. La mayoría de sus fuerzas, que superaban los 12.000 hombres en diciembre de 1875, eran daguestaníes o chechenos. Sin embargo, Mansur fue derrotado cuando quiso entrar en territorio ruso, fracasando en la toma del fuerte de Kizlyar. Poco después, fracasó en la captura de Tatarup, en Kabardia. Tras estos ataques, los rusos aumentaron las fortificaciones de sus asentamientos, y Catalina la Grande retiró sus tropas de Georgia hacia la línea del río Terek.

En 1786, las tropas de Catalina abandonaron el nuevo fuerte de Vladikavkaz, que no volvería a ocuparse hasta 1803. De 1787 a 1791, durante la guerra ruso-turca de 1787-1792, Mansur se trasladó a la región de Adigueya, en el Cáucaso noroccidental, donde trató de reforzar las tradiciones islámicas. Lideró a los adigué y los nogái en asaltos contra los rusos, pero fue derrotado en diversas ocasiones. En junio de 1791, el Sheykh Mansur fue capturado en la fortaleza turca de Anapa, a orillas del mar Negro. Fue llevado a San Petersburgo y encarcelado de por vida. Murió en abril de 1794 en Shlisselburg. Fue sucedido en el yihad contra los rusos por Ghazi Muhammad Yaraghi, cuyo discípulo, el Imam Shamil, sería el inmenso culminador de la resistencia Naqshbandi.

La obra póstuma de León Tolstói, “Hadji Murat”, describe a Mansur como un reverenciado gran Imám.

sábado, 21 de diciembre de 2013

Descubriendo nuestras Raíces

"Cuando un hombre olvida su pasado, cuando un hombre no es capaz de volverse y mirar atrás, de dónde proviene, eso es lo más peligroso que puede hacerse a sí mismo".

Estas sabias palabras de nuestro Maestro, Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra), están cargadas de un acento universal y revelan uno de los grandes males que afectan tanto cultural como espiritualmente a los seres humanos en el contexto de nuestro mundo contemporáneo. Así mismo ellas establecen una norma de conocimiento que debe redundar en tal vez el mayor beneficio para nuestra vivencia como hombres de la actualidad: la forja de una identidad tradicional históricamente rastreable que nos unifique en criterios convergentes y sólidos frente a las crisis producto de la modernidad.

Un referente de nuestra cultura criolla, don José Larralde, ha cantado: "Árbol que guarda sus raíces, siempre le sobra corteza"; es decir, guardar y proteger nuestras raíces, nuestra identidad, fortalecerá la corteza de nuestra integridad cultural y espiritual. El caso contrario, cuando no poseemos la capacidad suficiente para siquiera reconocer nuestras raíces (lo que nos nutre y nos hace germinar), sin identidad, seremos seres desposeídos, desarraigados, sujetos al arbitrio y a la dudosa intencionalidad de quienes imponen modas y tendencias subyugando nuestros impulsos más elementales para el desarrollo humano. De aquí la importancia capital que debe tener para nosotros, como musulmanes argentinos, conocer nuestra historia, poder observar objetivamente el pasado, conocer y reconocer a quienes, difundiendo pautas culturales propias, involuntariamente generaron un determinado patrón de identidad que admirablemente nos retrotrae a un trasfondo netamente islámico, y, a partir de él, revalorizar nuestro patrimonio vernáculo y fortalecer nuestra vivencia cultural y espiritual de acuerdo a la sabiduría transmitida por la sunnah de nuestro Profeta Muhammad (que Dios le conceda paz).

El patrón de identidad al que aludimos nos llega figurado mediante un biotipo social de extracción rural que ha recibido la 'canonización' oficial de ser el representante simbólico de nuestra argentinidad (en cuanto a tradicionalismo regional): el gaucho, y con él todo aquello que se manifiesta y conoce bajo el concepto de cultura gauchesca o tradicional. Quienes difundieron las pautas culturales que encontraron consumación autóctona en nuestro gaucho fueron los moriscos, antepasados andaluces que llegaron a nuestras tierras en los barcos colonizadores españoles y que cargaban consigo el acervo espiritual de ocho siglos de Islam, si bien de manera oculta (clandestina) debido a las irreflexivas persecuciones de una férrea inquisición católica cuya intención era socavar las señas de identidad islámica hasta hacerlas desaparecer de sus vasallos peninsulares quienes sufrían los rigores fanáticos de la usurpación. Este proceso persecutorio trajo aparejado el hecho incuestionable de que la influencia hispanomusulmana que los moriscos transfirieron a su vástago americano fuese no tanto dogmática sino más bien vivencial, plasmada en señales distintivas que van desde la vestimenta y la monta caballar hasta la música y el refranero picaresco y sapiencial de sus dichos y payadas.

Numerosos autores clásicos y contemporáneos de la Argentina han hablado del gaucho como un avatar de lo árabe trasplantado a la pampa de nuestro país austral. No deja de ser una apreciación real, aunque sujeta a ciertas observaciones importantes: Por un lado es muy frecuente la asociación poco erudita y exclusiva de lo árabe con lo islámico. Si bien el Islam como tal fue revelado en Arabia, a un profeta árabe, en lengua árabe, no deja de ser una realidad no menos menor que el componente racial netamente árabe en el mundo islámico no representa más que el 10% de la población musulmana total. Por otro lado, mucho de lo que estos autores citan como marcas distintivas árabes en el gaucho se corresponden con atributos profundamente islámicos: hospitalidad, valentía, honestidad, prudencia, sabiduría de raigambre natural, modos vivenciales asociados al nomadismo, etc., atributos característicos que en el Islam gozan de una evidente universalidad por sobre toda consideración de índole étnica o racial. También se alude a lo árabe en el gaucho en cuanto a costumbres que, como dijimos, van desde la vestimenta hasta la manera de enjaezar al caballo. Estas cosas, sin embargo, son menos árabes que morisco-andaluzas, y el andaluz como tal constitutivamente recibe en gran medida un aporte étnico bereber correspondiente a las tribus del norte de África que ingresaron y poblaron la Península Ibérica llevando el Islam allá por el año 711 de la era cristiana. Por esto que consideramos más acertado referir más una influencia marcadamente hispanomusulmana que propiamente árabe en nuestro representante autóctono. Y esto, justamente, es lo que debemos aprender a conocer y apreciar, ya que para nosotros, musulmanes argentinos, constituye una valiosa herencia tradicional que remite al glorioso pasado que Allah Todopoderoso manifestó mediante la apoteosis cultural y espiritual del Islam en Al-Ándalus.

Si bien el gaucho y la cultura gauchesca, como frutos nativos de esta tierra, suponen una inherencia profundamente argentina, no deja de ser menos cierto que su resultado fue efecto de múltiples concurrencias islámicas presentes en la gran cantidad de moriscos que arribaron al Río de la Plata. Conociendo y revalorizando estos elementos podremos construir una identidad propia que nos proporcione el impulso necesario para las expansiones definitivas. De nosotros depende.

sábado, 14 de diciembre de 2013

La Oración: medicina para las aflicciones

Bismillahi Rahmani Rahim

"Hazrat Hudayfa (ra) dijo que siempre que al Profeta (asws) le ocurría alguna dificultad, en primer lugar recurría al salat" (Transmitido por Ahmad y Abu Daud)

El salat es una gran bendición de Allah. Recurrir al salat en momentos de preocupación es apresurarse hacia Su misericordia, y cuando la misericordia de Allah llega al rescate, no permanecerá rastro alguno de preocupación. Hay muchas tradiciones concernientes a esta práctica del bendito Profeta (asws). Similar era la práctica de sus compañeros, que le seguían hasta en el más mínimo detalle. Hazrat Abu Darda (ra) dijo: "Siempre que soplaba un viento fuerte, inmediatamente el Profeta (asws) entraba a la mezquita y no la abandonaban hasta que el viento no hubiese pasado". De igual modo, al momento de un eclipse solar o lunar, el Profeta (asws) en primer lugar ofrecía salat. Hazrat Suhaib (ra) fue informado por el Profeta (asws) de que los anteriores Mensajeros de Allah (as) también solían recurrir al salat en todas las adversidades.

Hazrat Ibn Abbas (ra) estaba cierta vez en viaje. En camino recibió la noticia de que su hijo había muerto. Se bajó de su camello y ofreció dos rakaats de salat, permaneciendo en Tashahhud durante un largo tiempo. Luego recito: 'Inna lillahi wa innallaihi rayiun', y dijo: "He hecho lo que Allah nos ha ordenado hacer en Su Libro Sagrado: 'Buscad la ayuda de Allah mediante la paciencia y el salat (2:45)'".

Se narra de él otra historia similar. Estaba de viaje cuando recibió la noticia de que su hermano Quzum había muerto. Descendió de su camello a un lado del camino, realizó dos rakaats de salat y estuvo un buen rato rezando en Tashahhud. Luego de concluir su salat montó a su camello recitando el siguiente verso del Sagrado Qur'an: "Buscad la ayuda de Allah mediante la paciencia y el salat, porque este no es un peso para los humildes" (2:45).

Aún hay otra historia acerca de él. Escuchando de la muerte de una esposa del bendito Profeta (asws), cayó postrado. Cuando alguien le preguntó la razón, dijo: "Nuestro querido Profeta (asws) nos ha enseñado a postrarnos (en salat) siempre que nos caiga una calamidad. ¿Qué calamidad puede ser mayor que la muerte de una Ummul-Mu'minin?".

Cuando Hazrat Ubadah (ra) estaba cerca de dar su último aliento, dijo a la gente a su alrededor: "Os prohíbo a todos que lloréis por mí. Cuando mi alma parta os pido que hagáis wudhu, observando cada una de sus partes, y que os dirijáis a la mezquita y recéis por mi perdón, porque nuestro Señor Misericordioso nos ha encomendado 'buscar ayuda mediante la paciencia y el salat'. Luego hacedme reposar en el hueco de mi tumba".

Hazrat Nadhr (ra) narró: "Una vez, durante el día en Medina, se puso todo muy oscuro. Rápidamente fui hacia Hazrat Anas (ra) para saber si alguna vez él ya había experimentado algo similar durante la vida del bendito Profeta (asws). Me dijo: '¡Masha'Allah! En el transcurso de aquellos días benditos, cuando el viento soplaba con fuerza, nos apresurábamos hacia la mezquita (a rezar) ya que podría ser la aproximación del Ultimo Día'".

Hazrat Abdullah Ibn Salam (ra) narró que siempre que los miembros de la familia del Profeta (asws) se sentían oprimidos de algún modo, el Profeta (asws) les encomendaba hacer salat y que recitaran los versos siguientes del Sagrado Qur'an: "Ordena a tu gente el salat y persevera en él. No te pedimos sustento, Nosotros te sustentamos a ti. Y el buen fin pertenece al temor (de Allah)" (20:131).

Se ha dicho en un hadiz que cuando alguien se enfrenta con una necesidad, pertenezca a esta vida o a la Próxima, sea concerniente a Allah o a algún mortal, se debe realizar un perfecto wudhu, ofrecer salat de dos rakaats, glorificar a Allah, luego pedir bendiciones para el Profeta (asws) y luego rezar como sigue: "No hay divinidad excepto Allah, el Clemente, el Misericordioso. Glorificado sea Allah, Señor del Trono Grandioso. Alabado sea Allah, Señor de los mundos. Te pido todo lo que conduzca a Tu misericordia y merezca Tu perdón. Te pido abundancia en todo lo que es bueno y refugio de todo lo malvado. No me dejes falta sin perdonar, ni angustia sin remover, ni necesidad sin cubrir. ¡Oh el más Misericordioso de los misericordiosos!".

Wahb ibn Munabbih escribió: "Tus necesidades serán cubiertas por Allah mediante el salat. En los buenos viejos tiempos, si una calamidad caía sobre la gente, ellos se apresuraban hacia el salat". Se ha dicho que en Qufah había un maletero que era bien conocido por su honestidad. La gente le confiaba sus cosas de valor y su dinero, que  él llevaba de un lugar a otro. Una vez se encontraba en su habitual camino cuando se le cruzó una persona y le preguntó hacia dónde iba. Cuando el maletero le informó al respecto, le dijo: "Me dirijo hacia el mismo sitio que tú. Si podría caminar, te acompañaría a pie. ¿Podrías amablemente darme un lugar en tu mula por un dinar?". El maletero aceptó y le permitió compartir la mula con él. Llegaron a un cruce en el camino. La persona dijo: "¿Ahora qué camino tomarás?". "El camino principal, por supuesto", dijo el maletero. La persona dijo: "No hermano. Deberíamos ir por el otro, que es un atajo y hay mucho pasto para alimentar al animal". El maletero dijo: "Nunca he estado en ese camino". La persona remarcó: "Pero yo ya he viajado por esa ruta en numerosas ocasiones". El maletero le creyó y puso al animal sobre ese camino. Luego de alguna distancia el camino terminó en un bosque terrorífico donde yacía una gran cantidad de cadáveres. Repentinamente la persona saltó de la mula y sacó su cuchillo con la intención de matar al maletero. "Detén tu mano", dijo el maletero, "toma el animal y su carga, pero no me mates". La persona se negó a escucharlo y juró que primero mataría al maletero y luego tomaría el animal y sus bienes. Viendo que sus tratativas caían en oídos sordos y que no podría ablandar su cruel corazón, el maletero le dijo: "Está bien si quieres matarme, pero entonces déjame hacer un salat de tan sólo dos rakaats". La persona asintió y remarcó: "Te puedes conformar a ti mismo. Todos los muertos que ves allí pidieron lo mismo, pero sus salats no les sirvieron de nada". El maletero empezó el salat, pero no pudo juntar ninguna surah luego del Fatiha, a pesar de sus grandes esfuerzos. Mientras tanto la persona se impacientaba y lo presionó duramente para que se apurara con el salat. Repentinamente el siguiente verso se iluminó en su mente: "¿Acaso no es Él quien responde al que se ve en necesidad librándolo del mal...?" (27:64).

El maletero recitaba el verso y las lágrimas asomaron en sus ojos, cuando repentinamente un jinete apareció en escena. Vestía una brillante armadura y llevaba una lanza en su mano. Atravesó el cuerpo del ladrón inmisericorde con su lanza y allí lo mató. Luego, una llama de fuego se levantó donde había caído el cuerpo muerto. El maletero cayó postrado y agradeció a Allah. Luego de terminar su salat corrió hacia el jinete y le pidió que revelara su identidad. Contestó: "Yo soy siervo de Aquel que responde a quien está en necesidad. Ahora estás a salvo y puedes marchar a donde quieras". Diciendo esto el jinete se echó a la marcha y desapareció.

Por esto el salat es un gran bien. Junto a la complacencia de Allah, nos aparta de las calamidades de esta vida y nos provee de tranquilidad y paz mental. Ibn Sirin escribió: "Si se me permitiese elegir entre el Paraíso y el salat de dos rakaats, preferiría el salat. La razón es muy clara. El Paraíso es para mi propio placer mientras que el salat es para el placer de mi amado Señor". El bendito Profeta (asws) dijo: "Envidiable es la suerte de ese Musulmán que tiene pocas cargas, cuya fortuna principal es el salat, que permanece contento con su humilde provisión durante su vida, que adora a su Señor piadosamente, que vive una vida anónima y que muere tempranamente, con muy poco que legar y con unos pocos que lo lloren". En otro hadiz se registra que el bendito Profeta (asws) dijo: "Realicen a menudo el salat en vuestros hogares, para que estos sean bendecidos con la Misericordia y el Favor de Allah".


(Traducido del libro 'Fada'il al-A'mal' del Sheykhul Hadiz Muhammad Zakariyya Kandhlawi, Cap. Virtues of Salat, Part. I, Hadith V)

viernes, 13 de diciembre de 2013

Moriscos en Tombuctú

En numerosas ocasiones hemos referido la gran influencia que han tenido los Moriscos (musulmanes andaluces expulsados y forzados a conversiones excluyentes por parte de la Inquisición católica que llegaron a Sudamérica en los barcos colonizadores) en la forja de un biotipo rural característico que en la Argentina es representado por el gaucho como precursor de identidad tradicional. Sin embargo poco se sabe de la influencia que estos Moriscos (ya exiliados en el Magreb africano) tuvieron en la formación de una cultura propia dentro del África subsahariana.

A este respecto hace ya unos cuantos años ha visto la luz una notable investigación que expone la existencia históricamente corroborada de descendientes de musulmanes andaluces en el África Occidental. Este trabajo fue llevado a cabo por investigadores de la Universidad de Granada en España y fue editado en 1987 bajo el nombre de 'Andalucía en la curva del Níger'. Reseñaremos brevemente lo expuesto en aquel trabajo.

El especialista en información internacional y países del sur de la Universidad Complutense de Madrid, Juan A. González Barahona, en su ensayo 'El Islam en África Occidental' (pág. 16-18) escribe lo siguiente en referencia a los Moriscos en el Níger:

'A modo de introducción tomaré prestadas las palabras de un artículo de Ortega en la revista El Sol, allá por el año 1924:

(...) Se trata de un trozo de historia de España, probablemente ignorado de todo el mundo en nuestro país, y que, sin embargo, tiene simpar gracia de romanticismo.

Donde el Sahara termina y el Sudán comienza, sobre el codo del Níger, se halla la ciudad santa de Tombuctú, en la cual hasta 1900 no habían penetrado más de tres o cuatro europeos. Fue en tiempos una urbe gigante y sabia, por la que peleaban una y otra vez los pueblos del desierto y los reyes tropicales. Pues bien: allí viven desde hace cuatro siglos nuestros parientes.

A fines del siglo XVI, un sultán de Marruecos quiso lo que parecía imposible: arrebatar Tombuctú con armas de fuego. Para ello contrató un gran número de españoles armados con armas de fuego, las primeras que aparecían en este fondo africano. Los soldados españoles ganaron la batalla más grande que nuestra raza ha logrado del otro lado del Estrecho, y, victoriosos, se avecindaron en Tombuctú, tomaron mujeres del país y crearon estirpes que aún perduran. Orgullosos de su origen hispano, conservaron una exquisita disciplina aristocrática y aún representan sus familias los núcleos nobles del país...

¿Por qué no hemos ido a visitar a estos ruma del Níger, nuestros nobles parientes?’ (Ortega y Gasset, José. Obras Completas vol. 3, págs. 246-7)

En efecto, como comenta Ortega, la gesta africana de Yúder Pachá, morisco granadino de Cuevas de Almanzora, constituye uno de los apartados más apasionantes, insólitos y desconocidos de la historia de Al-Ándalus y España. Según cuenta M. Villar Raso (en el libro 'Andalucía en la curva del Níger'): 'La primera noticia de la existencia de Yúder me la dio un juglar ciego en la plaza de Yemaa al-Fnaa de Marrakesch, que cantaba una cásida en su honor'. Esto demuestra lo extraordinario de la gesta de este morisco que aún perdura hasta en las entrañas de Marruecos.

Yúder cruzó por primera vez el gran desierto del Sahara con un ejército, en el sentido actual de la palabra.

 Yúder formaba parte de una noble familia morisca que a lo largo del siglo XVI, como muchas otras, fue obligada a cambiar de religión, hábito y costumbres y que finalmente fue expulsada o exiliada, principalmente al norte de África. Allí, tras sobresalir en varias batallas, el sultán Al-Mansur decidió enviar una 'expedición' misionera más allá del Sahara que puso a las órdenes de Yúder (...).

Partió Yúder en 1590 con un ejército de 4.000 granadinos, 1.500 lanceros moros y 8.000 camellos. Era una empresa difícil y, prueba de ello, es que unos años antes había fracasado otra expedición y muerto la mayoría de sus componentes. Pero Yúder logró llegar a Tondibi y derrotó a Ishaq II, rey de Gao que, dicen, le salió  al encuentro con un ejército de 40.000 hombres (aunque sin armas de fuego) entre los que se encontraban magos, hechiceros y brujos (...).

A pesar de que en un principio su llegada a la zona fuera por medios bélicos y de que no vino a implantar el Islam (pues ya estaba bastante consolidado en la zona), el advenimiento del ejército de Yúder no fue virulento más allá de una o dos batallas, y a partir de entonces él y sus hombres se establecieron como semejantes en Tombuctú y aledaños renovando el Islam, la cultura y la organización político-social en la zona. Cierto que fue un dirigente impuesto por el sultán de Marruecos, pero pronto se desvinculó de él y depuso a su sucesor, el pachá vasallo de Marruecos Mahmud Ben Zergún (también de origen español) que estaba hundiendo al país en el caos por su avaricia.

Según cuenta uno de los libros que habla sobre Yúder, escrito por Aderrahman Saadi, el Tarek as-Sudán (Camino al Sudán), Yúder era un hombre moderado que mandaba por convicción y fuerza de carácter que dirigía extraordinariamente a sus hombres por su carisma (...). Además, tenía un agudo sentido político y rápidamente mezcló a sus hombres con el pueblo autóctono garantizando la alianza con familias poderosas. Estos descendientes pasaron a denominarse los 'armas'.

Al entrar en Tombuctú, Yúder respetó a la población y perdonó la vida al askia (gobernador local). Según esta misma fuente (el Tarek as-Sudán), la religión gozó de gran prosperidad tras sustituir a Ben Zergún, y para mostrar su fidelidad al pueblo ordenó la muerte de los demás pachás que envió el reino marroquí por los crímenes que representaban (saqueos, arrasamiento de aldeas y bosques, matanzas indiscriminadas, etc.).

Así, Yúder convirtió la curva del Níger en una nueva Andalucía en la que se asentaron hasta 15.000 hombres de origen español (morisco-andalusí). Construyó kasbahs, canales y dejó de enviar oro a Marruecos, desbaratando sus planes expansivos. Este pequeño estado independiente sobrevivió hasta que los Tuareg lo dominaron en 1737, tras la batalla de Toya. Aún así los 'armas' conservaron su rango hasta la llegada de los franceses, en torno a 1893, y todavía hoy sus cerca de 30.000 miembros (que habitan principalmente en las ciudades de Tombuctú, Gao, Djené y Bamba) son considerados familias nobles.

Las consecuencias fueron la implantación de una estirpe noble y dirigente que entremezcló y consolidó aún más la cultura africana, andalusí, berebere y musulmana en la región, que adquirió una idiosincrasia con una gran riqueza en la que la conciliación de las creencias y el respeto a la diversidad (cultural) forman una parte fundamental'.

martes, 10 de diciembre de 2013

El Mes de Safar

Bismillahi Rahmani Rahim

Este es el mes de Safar, que es el mes que viene con un intenso bombardeo para los hijos desobedientes de Adán (as). Siete mil maldiciones están descendiendo en el transcurso de este mes. Tantos van a partir de este mundo, pero lo harán sin fe.

En los viejos tiempos la gente hacía cosas muy especiales solamente para salvarse de ésta maldición que está descendiendo. Si no estás haciendo nada, no corras salvajemente por las calles sin sentido. Siéntate en tu casa, reza y haz un poco más de dhikr extra. Si no es necesario, no andes por las calles.

No deben salir de vuestras casas sin recitar Ayat-ul Kursi, pidiéndole a Allah–swt- que nos proteja de esas maldiciones que están descendiendo. Tenemos que estar preparados. Los musulmanes no deben caminar por las calles sin wudu. Si el ángel de la muerte viene a ti, por lo menos tendrás wudu al partir de este mundo.

“Es difícil”. Por supuesto. Tiene que ser difícil. Algunas cosas tienen que ser difíciles. No es fácil, solamente abrir tu boca y que todo caiga en ella. No. Allah nos está diciendo: “Vamos a probarte. Vamos a probar a la gente común, vamos a probar a los amigos de Allah, los Awliya Allah, y vamos a probar a los Profetas.”

Él –swt- nos prueba a cada uno de nosotros. Estamos en este mundo. Cada uno está obteniendo sus pruebas de acuerdo a su propia estación, a su propio nivel y a su propio conocimiento. De ninguna manera Allah va a probar a una persona con el conocimiento de otro. No. Según lo que sabes, desde ese lado se te probará. Debemos observarlo. Y en la Presencia Divina ninguna prueba es pequeña, como ninguna prueba es grande.

Cada prueba que está llegando a un hombre le sucede de acuerdo a su conocimiento y a su estación. Así que debes observar.

“Esto es algo pequeño. Déjame escapar. Déjame hacerlo a un lado”. No. Tal vez de esa pequeñez puede que falles.

InshaAllah ar-Rahman si nos corregimos a nosotros mismos, a nuestras intenciones, entonces nuestras acciones también van a ser corregidas y en primer lugar estamos pidiendo la misericordia de Allah-swt-, la Shafa'at del Santo Profeta (asws), y pedimos la ayuda de todos los Salihin , la gente virtuosa, inshaAllah ar - Rahman.


Sahib us Sayf Hz Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra)

sábado, 7 de diciembre de 2013

Tradición-Liberalismo: Una confrontación fundamental de todos los tiempos

Todo antagonismo, en la historia de la humanidad sobre la faz de la tierra, puede reducirse en líneas generales a la confrontación entre dos fuerzas que de igual modo se debaten en el interior mismo de todo ser humano: lo Tradicional y lo antitradicional.

Ya desde la época en que el simbolismo de la revelación sitúa a Caín y Abel, este antagonismo cobra protagonismo marcando para siempre los rumbos de los hombres y sus destinos tanto individuales como comunitarios.

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La Tradición es el conjunto de saberes primordiales que colaboran para que el hombre logre trascendencia con respecto a sí mismo de acuerdo a la Divina Sabiduría manifiesta mediante la revelación a los Profetas. Es el conocimiento fundamental para llevar un estilo de vida sencillo, en contacto con la naturaleza, sin perder nunca de vista la transitoriedad de esta vida, y con un hondo sentido de la libertad espiritual. Lo antitradicional representa completamente lo opuesto: es la ideología subversiva que apunta a la exacerbación de las pasiones más elementales del egocentrismo, manteniendo al hombre en una esclavitud embrutecedora tras la fachada siempre sugestiva de un liberalismo enfermizo y dominador. Estas fuerzas se hacen manifiestas mediante dualidades específicas que, sin remitirnos a maniqueísmo alguno, pueden ayudarnos en un cabal conocimiento de las mismas: en el hombre, por un lado el ego y sus pasiones, por el otro el espíritu y la inteligencia, que en un ámbito más sutil pueden figurarse mediante lo satánico y lo angélico, fuerzas que pugnan por elevar o envilecer a la criatura humana y que se corresponden con la virtud y el vicio, y los comportamientos nobles y reprobables en cuanto a ética se refiere.

Ahora bien, los parámetros para estas distinciones deben estar circunscriptos a la Divina Sabiduría revelada a los Profetas. De hecho, los liberalismos surgidos en gran medida como efectos colaterales de la Ilustración europea, el iluminismo, la Revolución francesa y la Revolución industrial, también pueden reclamar valores éticos para el 'desarrollo' humano, pero que sin embargo se refieren a una libre interpretación de los sucesos de acuerdo a la razón que impera en el momento y a una escala de valoraciones medida por la balanza del interés más mundano. Por ejemplo hoy en día, y de acuerdo a la ‘ética liberal’, la homosexualidad no resulta ser algo reprobable ya que toda cuestión identitaria (la tan cacareada ‘libertad de género’), dicen, no puede medirse según parámetros éticos, siempre y cuando no comporte un perjuicio para los demás. Esto que pude sonar llamativamente convincente no deja de suponer una aberración evidente, ya que mediante tamaña aseveración se está atentando contra los roles determinados que colaboran en la formación equilibrada de un ámbito social propicio para el desarrollo de la virtud: fomentando la homosexualidad mediante la aceptación y la proclama de leyes igualitarias que permitan el matrimonio y la adopción entre personas de un mismo sexo se está minando la célula misma de la corrección social que es la familia. Esto, sumado al hecho de que la mujer 'moderna y liberal' sienta la imperiosa necesidad de salir a trabajar y cumplir con las funciones específicas que corresponden al hombre, colabora en la subversión del ámbito donde los niños han de crecer y ser educados, a causa de madres ausentes, divorcios enajenantes, madres solteras sin parejas fijas, madres que son padres y padres que son madres, y toda clase de confusiones que hacen de los niños seres desprovistos del carácter fundamental para afrontar la vida con responsabilidad. Y es que esto es justamente lo que el liberalismo, que es decir lo antitradicional, promueve insensatamente: el vivir irresponsablemente bajo el yugo más bajo y pasional, hundidos en el servilismo ignorante que sólo resulta útil a los intereses de los poderes de turno, poderes que promueven e imponen tiránicamente su visión de la vida.

Por esto es que la Tradición, la auténtica Tradición, comporta un férreo antagonismo con los postulados envilecedores de todo liberalismo, de toda ideología antitradicional.

Sin embargo, nunca debemos perder de vista el hecho que todo movimiento antitradicional, como fuerza contrapuesta a lo Tradicional, es decir, a lo que originalmente corresponde al ser humano, no deja de suponer una anomalía que, si bien busca corromper la sustancia del hombre, está completamente desprovista de sentido alguno más que de ser una prueba de superación para la criatura humana.

Frente al modo de vida tradicional que, enseñado por los Profetas, ha llevado la humanidad desde los comienzos de su estadía sobre la faz de la tierra, la acción antitradicional ha dado en generar tal vez la peor anomalía de todos los tiempos que se traduce en las sugestiones subversivas que dominan en la mentalidad moderna. Como 'mentalidad moderna' entendemos el resultado puntual que fue desencadenado en gran medida por la Revolución Francesa en Europa y los auges de las ideologías liberales desprendidas de ella, y que se asentó pandémicamente tras la caída del Califato Otomano, último gran bastión tradicional que fue el protector de la Tradición frente a los embates del movimiento subversivo generado desde la Europa 'civilizadora'. Largos siglos de preparación precedieron al movimiento que culminaría en la Revolución Francesa. Ideologías como el cartesianismo, el protestantismo, el materialismo irían produciendo lo que René Guenon llama la 'vasta sugestión colectiva' que dio a luz la mentalidad moderna y sus postulados enajenantes.

Como es inherente al espíritu humano el aferrarse a un asidero, una enseñanza, un dogma, que le permita un 'crecimiento interior', los propulsores del movimiento antitradicional remplazaron hábilmente la auténtica doctrina para la elevación espiritual por sucedáneos tan peligrosos como heterodoxos como las ciencias ocultas por un lado y la masonería por el otro. Esta última será la encargada de hacer mella en los corazones de las 'elites' liberales que hicieron de ella un uso afortunado y devastador: afortunado para la acción subversiva de la mentalidad moderna y devastador para la tradición y sus representantes.

Se comenzó a generar la idea-sugestión de que todo lo referente a lo Tradicional (cultural, doctrinal, etc.) suponía un atraso para las ínfulas civilizadoras y progresistas de los movimientos resultantes de la ilustración y el liberalismo europeo. Todo atraso comenzó a ser expuesto como barbarismo, y toda barbarie, se inculcó, debía ser erradicada definitivamente si se pretendía imponer el progreso, capitalista, materialista, masón y ateo, cuya cultura global debía unificar las masas en una misma sujeción tendiente al desorden y el desequilibrio. Se instauró una nueva ‘ética’ paradigmática, un nuevo modo de contemplar la vida, y los valores fundamentales del ser humano fueron radicalmente remplazados de acuerdo a las intensiones disolventes de sociedades secretas que, mediante la peor tiranía, se arrogaban y arrogan el dominio del mundo.


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Sin extendernos demasiado, en nuestra Argentina, las guerras civiles que a partir de la independencia del virreinato español marcaron un período de nuestra historia, período que necesariamente debe generar una identidad propia en su pueblo, son un claro ejemplo de lo que hemos venido exponiendo acerca del antagonismo Tradición-antitradición. Los partidos generados por aquella contienda representan el ejemplo cabal de lo dicho: los unitarios el liberalismo masón y europeizante con sus ínfulas de progreso y civilización; los federales el arraigo a la Tradición inherente a la esencia del hombre con su apego telúrico y su trascendente sencillez; de hecho, cada uno de estos aspectos también nos remiten, lo que debemos tener mayormente en cuenta, a dos estilos de vida completamente diferentes: por un lado el unitarismo centralizador tiene por característica un urbanismo hermético y excluyente, es decir, se concentra idealmente donde existe 'la posibilidad de crecimiento, desarrollo del comercio y la industria', esto es, en la ciudad. El modelo para el unitario es Buenos Aires, 'donde se encuentran los extranjeros instruidos de origen europeo que han absorbido las ideas de la Ilustración y que tienen buenas costumbres, son refinados, educados y civilizados'. En tanto que el federalismo, representado por gauchos y caudillos, es personificado por la vida de la campaña, la vida rural, abierta e inclusiva. La llanura, la pampa, la extensión, representan la libertad ilimitada, la herencia primordial de una vida seminómada que contribuyó a moldear la figura del gaucho, esencia misma del federalismo. Y he aquí la distinción que hacíamos al comienzo remitiéndonos al simbolismo de la revelación: Caín, al ser agricultor, representa el sedentarismo; Abel, pastor, representa el nomadismo. De ambos surgen dos modalidades completamente irreconciliables (de aquí que Caín 'mate' a Abel, por celos, o lo que sea). Por esto es que un acérrimo defensor de las ideas progresistas y liberales como lo fue Domingo Faustino Sarmiento, vea en el gaucho y en la pampa obstáculos para traer la Europa civilizada y sus costumbres. Por esto también veía en un gran tradicionalista como don Juan Manuel de Rosas a un déspota que había extendido la barbarie de la campaña hacia la ciudad, ya que la base de la dictadura rosista, según él, era el gaucho y sus costumbres, la pampa y su extensión. En su crítica negativa concluye en algo cierto: Sarmiento establece paralelos entre la 'tiranía' de los caudillos y las 'tiranías' orientales (p. ej. el imperio Otomano). Las une la Tradición. El gaucho, el Caudillo, conservan sus tradiciones, llevan poncho y chiripá, en tanto que rechazan la levita, el frac, la moda europea que llega desde el puerto por Buenos Aires. La moda es sinónimo de 'libertad', de cambio permanente, y el gaucho, aferrado a su tradición inmutable, la desdeña, la considera innecesaria y fútil. Por esto y mucho más (la diferencia entre positivismo y tradición es demasiado grande para circunscribirla en estos límites), el gaucho, como representante de la Tradición, se opone al proyecto liberal y europeísta que Sarmiento desea llevar a cabo, y que fuera iniciado por Rivadavia, continuado por Mitre, y que desgraciadamente en él encontrará consumación. El régimen social de dominación allanará la apertura al liberalismo modernizante y capitalista con el exterminio premeditado del gaucho, baluarte tradicional, como lo haría diezmando el espíritu de insurrección característico del combativismo que desde el misticismo islámico se oponía al colonialismo europeo en tierras Otomanas.

Si bien la historia (oficial o revisionista) quiere dar a conocer en ambos partidos la pugna entre dos concepciones diferentes para la constitución de nuestro país, cosa de por sí cierta, sería simplificar demasiado la realidad de un antagonismo tan antiguo como la misma humanidad.


La pugna unitarismo-federalismo representa la contraposición entre antitradición y Tradición, entre dos modos completamente diferentes y nunca compatibles de experimentar la realidad: uno falso, ilusorio, esclavista y egocentrista, el otro real, auténtico y emancipador. Si bien, como en el resto del mundo, y por circunstancias que el exponerlas excedería nuestro análisis, predominó el movimiento liberal con su mentalidad moderna, y éste fue el encargado de escribir nuestra historia (próceres de la talla de Rivadavia, Sarmiento y Mitre, masones ilustrados, fueron los encargados de manejar la pluma de los acontecimientos según las pautas de ese nefasto movimiento global que en ellos ha encontrado a sus más significativos representantes para la Argentina), cosa que desde los poderes de turno aún se hace de manera inescrupulosa, como seres responsables nos corresponde conocer de forma consciente y crítica los movimientos originados por aquella pugna irreconciliable para revalorizar nuestra experiencia de vida de acuerdo a la Sabiduría encargada de moldear nuestros asuntos humanos en pos del auténtico crecimiento espiritual. La Tradición aún pervive (erradicarla completamente significaría erradicar la misma esencia humana, cosa imposible si las hay) y se encuentra fielmente custodiada por exponentes vivos que representan la luz con que el Sol Eterno aún alumbra y guía -los pasos del hombre en el mundo.

miércoles, 4 de diciembre de 2013

Prepararnos para la muerte

Bismillahi Rahmani Rahim

Todo lo que estamos haciendo, cuando encontramos un Murshid, es prepararnos para la muerte.

Estamos llevando un turbante en la parte superior de nuestra cabeza, que es nuestra mortaja, para recordarnos a nosotros mismos la muerte. Estamos pisando nuestros deseos y nuestros egos, en preparación para la muerte. Ya que el ego no vive y no tiene poder una vez que llegamos a esa etapa en la tumba.

La muerte es el principio. No es el final. Es una puerta. Aquellos que toda su vida se están preparando para la muerte, que al igual que los turcos  dicen: “Cuando te vas a dormir, debes saber que la muerte está bajo tu almohada. Cuando te despiertes, debes saber que la muerte está de pie justo en frente a ti”, que están despertando y que están rezando con esa intención sincera, como si la oración fuese la última oración. Preparándose a sí mismos para la muerte, que cuando se van a dormir están dando su Shahadat diciendo: "Ya Rabbi, si es bueno para mí, toma mi vida. Si es bueno para mí, dame un día más para ser un siervo sincero".

Quien ama encontrarse con su Señor, el Señor ama encontrarse con él. Quien ama encontrarse con su Profeta, el Profeta ama encontrarse con él.

Vas a estar con la persona que amas. Pero aquellos que están ocupados todos los días sólo pensando en el dinero, dinero, dinero, dinero, dunya, dunya, deseos, anhelos, todo a excepción de Allah, ¿crees que en el momento en que la vida se les esté quitando van a pensar en Dios?

¿Piensas que quien está ocupado pensando las 24 horas en Dunya, en ese momento va a pensar en Dios?

No. Él va a pensar dunya. Él va a pensar: ‘Oh, mis míos, ¿quién va a cuidar de mí? Oh mi negocio, vas a perder un montón de dinero. Oh mi esposa. Oh mi marido. Oh mi poder. Oh mi aspecto. Oh esto. Oh eso...’, a excepción de Allah.

Si, en ese momento, la muerte va a ser muy, muy dolorosa para él… ¡porque no se preparó para la muerte!


Khoja Luqman Effendi, Califa de Sahib us Sayf Sheykh Abdul Kerim al-Hakkani (ra)